Sexualidad durante y después del cáncer de mama

Importancia de la sexualidad

La sexualidad se expresa a través de nuestros sentidos, influye en la manera de percibir el mundo y de relacionarnos con los que nos rodean en función del desarrollo psicobiosocial de la persona. Ésta se elige, se ejerce, requiere exploración, descubrimiento, etc.

Dentro de la sexualidad nos encontramos diferentes constructos, entre ellos, la orientación sexual, la identidad sexual, la afectividad, las relaciones sexuales, imagen corporal, vida emocional y familiar, cultura y educación, etc.

Podemos definir las relaciones sexuales como todo lo que podemos hacer, en soledad o compañía, para obtener placer, bien sea a través de nuestro cuerpo o de nuestra mente.

Sexualidad durante la enfermedad

El cáncer y su tratamiento a menudo afectan a la salud sexual. La depresión, fatiga, náuseas, disfunción eréctil, sequedad vaginal y otros problemas físicos o emocionales pueden disminuir el deseo sexual o hacer que las relaciones sexuales sean difíciles o dolorosas. Ambos miembros de la pareja podrían sentirse ansiosos acerca de este tema, pero mostrarse reacios a hablarlo.

Cada pareja tiene diferentes niveles de comodidad al hablar de la salud sexual y la intimidad. Si compartir sus inquietudes y desafíos es especialmente incómodo para usted, considere obtener ayuda de un psicólogo/a, sexólogo/a, su médico/a o un ginecólogo/a. Ellos/as pueden ofrecer sugerencias para manejar los efectos secundarios sexuales y sugerir formas de mantener la intimidad.

Sexualidad durante la enfermedad

Después del cáncer hay otro aspecto importante que recuperar: la vida sexual y de pareja. La sexualidad queda muy tocada a raíz del tratamiento y sus efectos secundarios. La vida de pareja habitualmente resiste más, incluso puede fortalecerse si ambos miembros encuentran la forma de ayudarse mutuamente. Eso sí, puede haber hecho aflorar conflictos ocultos, que es importante resolver cuando el tratamiento deja de ser la preocupación principal.

La comunicación sigue siendo una herramienta imprescindible para que los miembros de la pareja se expliquen qué ha significado el cáncer para cada uno. Se puede hablar de los miedos, las dudas, los cambios y las propuestas de futuro. Y, si puede ser, abiertamente (es decir, sin reservarse cosas).

Después del cáncer también es un buen momento para hacer planes y comprometerse con actividades placenteras: viajes, aficiones, cine, etc. Esto ayudará a la pareja a volver a la normalidad y les dará la sensación de recuperar el tiempo perdido.

Recobrar la intimidad también requiere tiempo. Es normal que una persona tarde en acostumbrarse a una cicatriz, a su nuevo auto- concepto, etc. Es útil reservarse momentos para la intimidad: planificar momentos en que la pareja pueda estar sola en casa para profundizar en su relación y recuperar la actividad sexual que se pueda haber perdido.

En este sentido, algunos efectos del tratamiento (la impotencia en el caso de los hombres, o la sequedad vaginal en las mujeres), que sólo se producen a veces, suponen una limitación en la sexualidad. Una limitación que se puede superar si se cambia el concepto del sexo: existe la posibilidad de abandonar la penetración y el orgasmo como objetivos (hay que decirlo: objetivos impuestos socialmente) y centrarse en otros aspectos como las caricias, los juegos, la exploración del cuerpo, etc.

La sexualidad es mucho más amplia que el coito. Y, antes, durante y después del cáncer, es tan prioritaria como queramos.

No nos dejemos convencer por el “Ahora no te preocupes por eso, lo más importante es acabarte de recuperar“. Si queremos disfrutar de una vida sexual plena tenemos derecho a hacerlo. Y los profesionales pueden ser de gran ayuda para conseguirlo.

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